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miércoles, 3 de septiembre de 2014

El sitio a las plazas Tatiana Coll*


Desde que se aprobó la ley del Servicio Profesional Docente (SPD) quedó claro y detallado el sentido que tendrían todos los mecanismos evaluatorios para controlar el ingreso, la promoción y permanencia de los maestros en el Sistema de Educación Básica. Como hemos dicho, se determinó un estado de excepción laboral para eliminar la seguridad de las plazas de base y convertirlas por la vía de los hechos en plazas prácticamente eventuales sujetas permanentemente a examen, y no cualquier examen, sino el bien conocido examen de opción múltiple demasiado estrecho y arbitrario para poder señalar realmente quiénes son los mejores maestros a partir de indicadores constreñidos. Esta implementación se ha acompañado de una recentralización de las plazas por parte de la SEP, echando abajo una de las principales medidas de la Anmeb salinista, eliminando de tajo todo espacio de diferenciación y diversidad alcanzado con mucho trabajo por los maestros y volviendo al esquema burocratizante centralizado tan criticado. Se ha impuesto una total homogeneización en el país de la diversidad. Un sitio despótico sobre las plazas.

La página del SPD presenta un documento aparentemente preparado para la conferencia que la SEP impartió en julio en el contexto de la aplicación del nuevo concurso de oposición bajo la perspectiva asentada en la reforma educativa. Dicho documento define al SPD así: El espacio que sitúa a los niños y jóvenes al centro de la responsabilidad educativa, y al magisterio en el horizonte basado en la cultura de la evaluación, para su desarrollo personal, profesional y familiar, garante de la idoneidad de sus capacidades para promover el máximo logro en los aprendizajes de los educandos, un verdadero eufemismo que busca expresamente confundir y desplazar su sentido real. En primer lugar ni es un espacio ni ha sido configurado centralmente para los niños y jóvenes, son un conjunto de leyes para reglamentar estrictamente las plazas magisteriales y, en segundo lugar, la actual cultura de la evaluación estandarizada no es un horizonte que pueda impulsar el desarrollo personal, profesional y ¡familiar!, en realidad es la cobertura ideal para el sitio.

Si la niñez estuviera en el centro de las responsabilidades, tendrían que ineludiblemente generar condiciones dignas de aprendizaje en todas las escuelas del país, empezar por ese permanente 45 por ciento de escuelas multigrado (cerca de 100 mil) sembradas a lo largo del país, donde un maestro que no cuenta con las mínimas condiciones estructurales y apoyos de materiales, intenta organizar la enseñanza en un saloncito con un grupo de niños de todas las edades, tal vez ni Piaget y menos Perrenaud, lograrían enseñar a leer y escribir en estas condiciones de total abandono, añadiendo la inseguridad y pobreza que prevalecen en estas comunidades, donde generalmente el maestro duerme, limpia y cuida la propia escuela, y viaja cada 15 días a la cabecera municipal a cobrar su minisalario. ¿Qué evaluación le van a aplicar ahora en el examen 2015-2017, a fin de “garantizar los estándares de calidad? ¿Otra batería de preguntas teóricas sobre los programas y algunas escasas lecturas como en el seudoconcurso de oposición?

La subsecretaria Alba Martínez Olivé afirmó el 12 de junio que ahora pueden ofrecer certezas públicas sobre las mediciones del sistema, las escuelas y los individuos. Otro eufemismo, pues nunca podrá el sistema arrojar ninguna certeza verdadera sobre sí mismo cuando se trata de procesos cualitativos cognitivos que ellos reducen a indicadores cuantitativos y prácticas docentes que ignoran, seguramente la certeza más certera sea el constante estado de desamparo en que se encuentran las escuelas y los individuos medidos. Añade que: ahora los maestros tienen reglas claras para su ingreso al servicio y el desarrollo de su carrera. No dependen, como había ocurrido siempre, de arreglos arbitrarios, el ingreso de los normalistas de ninguna manera ha respondido a un arreglo. En otros casos estos arreglos fueron establecidos en plena connivencia durante muchos años entre el gobierno-SEP y el SNTE, seguramente seguirán existiendo, pues se mantienen las mismas estructuras y han sido denunciados reiteradamente por los maestros democráticos. Hubiera sido más sencillo y eficiente cerrar el paso a esos mecanismos y no cercenar mediante exámenes de opción múltiple los principales atributos de la docencia, decretando un control enfermizo sobre las plazas.

El doctor Mario Rueda, último director del INEE no autónomo, señaló claramente al presentar el Panorama educativo de México/2012 que “romper los círculos ‘no virtuosos’ de una creciente estratificación social del sistema de enseñanza que ofrecen escuelas y docentes con mayor rezago a la población más vulnerable, debe ser prioridad para todos los sectores involucrados en la educación”, pero esto es en realidad lo que menos preocupa al gobierno y al INEE –ahora– autónomo, siguen concentrando recursos fundamentalmente en las escuelas visibles urbanas, como fue la entrega de cerca de 700 mil tabletas electrónicas.

* Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional. Autora de El INEE y su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y formar.

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