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lunes, 4 de noviembre de 2013

Discurso del Maestro Pedro Medina Calderon en el CVIII Aniversario del natalicio del profesor José Santos Valdés


            Honorables autoridades y familiares del Maestro Valdés aquí presentes.
            Compañeros Maestros procedentes de Aguascalientes,Zacatecas, Durango, Chihuahua, Coahuila y Región Lagunera.
Maestros, estudiantes y ciudadanos laguneros.
Pueblo lerdense que nos acompaña.

Una vez más nos volvemos a reunir para honrar la memoria de nuestro querido e inolvidable Maestro José Santos Valdés.
Lo hacemos ahora precisamente frente a su casa familiar y su monumento. Conmemoramos hoy el 108 aniversario de su natalicio con el afán de que la nación mantenga en su memoria el nombre de uno de los educadores que alienta con su ejemplo la fe en México, a quien tan abnegadamente sirvió. Sin embargo, esta ocasión nos parece oportuno recordarlo extrayendo enseñanzas de su trayectoria. La historia tiene sentido si abre perspectivas al presente donde se realiza el gran debate por el futuro. Por tanto es válido utilizar esas experiencias como lecciones póstumas que den luz sobre  temas que sacuden a la educación contemporánea.
Desde este enfoque historiográfico se puede afirmar que como educador el Maestro Valdés  fue siempre un pensador crítico alentando a los pedagogos a no abandonar el debate filosófico. Si bien defendió lealmente la filosofía educativa del Artículo Tercero Constitucional, la tarea educativa lo llevó a estar abierto a la innovación. Participante permanente en los avatares de la lucha política, confiaba finalmente en que el poder de los maestros procede de una eficaz práctica escolar con la que tendrán siempre al pueblo de su lado.
En los tiempos actuales hemos recibido noticias sobre una tórrida conflictividad relacionadas con reformas constitucionales en la educación que se relaciona con estas referencias biográficas.
 La reforma educativa que enfrentó el Profesor. Valdés en su juventud fue cuando el maximato callista propuso una célebre enmienda constitucional  llamada “escuela socialista” que estuvo vigente en el Artículo Tercero Constitucional de 1934 hasta 1945 y en su respectiva Ley reglamentaria hasta los setentas del sexenio de Luis Echeverría. Fue durante la conformación del llamado “régimen de la revolución”. Esa “escuela socialista” ha sido una de las innovaciones educativas que más turbulencias sociales se ha generado en la historia educativa de México, por eso vino a mi memoria.
En esa tan provocadora innovación la peor parte la llevaron los maestros rurales quienes no conocían nada respecto al socialismo.
El joven Profesor Valdés, que en ese 1932 contaba apenas con 27 año y a quien los callistas recién habían  expulsado de Sonora por comunista, recibió esa noticia con sorpresa. Le resultaba claro que aquella reforma burocrática-legislativa era una burda maniobra, pero por tanto había que enfrentar la demagogia gubernamental, pero a la par que había explicar al magisterio los “motivos socialistas” que había en la educación. Escribió un Ensayo en 1934 con ese nombre denunciando que la reforma a la educación no se hace con nuevas leyes y un conjunto de amenazas.
Quedaba clara su postura ética de estar siempre en favor de la educación popular y aquel joven normalista de Saltillo, de los pocos titulados en ese tiempo,  lo sabía muy bien y sin soberbia ni vanidades extendía su mano a sus hermanos Maestros rurales.
Consciente de que había  surgido de las venas mismas de los peones agrícolas de La Laguna, origen que presumió con dignidad cuando al servicio de esos mismos peones agrícolas generaron la trascendental utopía social emergió del canto cardenche para entonar el sublime corrido agrarista en sus escuelas rurales de los nuevos ejidos inundando su vida de alegría y esperanza.
¡Cómo no recordar al leer su Ensayo “Motivos educativos de la escuela socialista” de 1934, en que cuestionaba valientemente a los “intelectuales pavorreales” que deciden los cambios educativos sin salir de sus oficinas, si esos “pavorreales lo siguen haciendo ahora en 2013!

En 1934 hubo enmienda constitucional socialista, pero no había la pedagogía correspondiente. Ese fue el momento de mayor grandeza de los maestros rurales como Rafael Ramírez y José Santos Valdés. De 1935 a 1937 se cre3ò el Instituto de Orientación Socialista que resultó infructuoso para resolver el problema de aquella innovación mal implementada. Fue el Departamento de las Escuelas Rurales donde mejor se analizó y resolvió el problema. Precisamente fue en los internados de los jóvenes campesinos donde se hicieron los mejores experimentos.  Pocos educadores practicaron con tanta coherencia lo que se escribió en aquel Ensayo y algunos que se publicaron después. Los egresados de las Centrales Agrícolas, Regionales Campesinas , Prácticas de Agricultura y Normales Rurales lo vivimos. Todavía está por allí una Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas que nació en 1935 durante esa época. Pero una “ideología” no se aplica separando la teoría y la praxis. Esa es la gran lección póstuma que nos dejó José Santos Valdés exhortándonos siempre a formar un Ateneo Pedagógico o un Movimiento que practicara la más difícil de las praxis que hacer teoría para evitar ser que la educación sea víctima de los pavorreales.

El ejemplo del Profesor. Valdés nos enseña que al estudiar y superarnos debemos evitar caer en las garras del credencialismo de estos tiempos. Bastaría con ser solamente Maestros de Primarias si procuramos ser buenos Maestros. Él solo fue Maestro de Primaria, pero se tituló de inmediato en la Normal de Saltillo, Fue Misionero educativo, catedrático, Director de Normales, Supervisor, periodista, sindicalista y sobretodo formador de seres humanos. Su propuesta de disciplina escolar en las condiciones de llevar un internado de varones o de señoritas contiene la creatividad innovadora de un educador comprometido. Instruir, pero fundamentalmente educar. Formar sujetos cognitivamente aptos pero sobretodo éticamente justos.
Los mercaderes y pragmáticos pregonan hoy que las utopías no sirven para nada. Eduardo Galeano les ha respondido que sin utopías los pueblos no pueden caminar.
La misión de un maestro es instruir pero sobretodo alentar utopías humanas que den sentido a la vida humana, aún a contracorriente. Por eso el Maestro Valdés buscó siempre, aún a contracorriente una pedagogía mexicana y latinoamericana aspirando no descuidar el aspecto formativo de la educación.
Así lo demuestra con sus Ensayos sobre disciplina comunitaria . Su propuesta de todavía incumplida, de que los maestros deberíamos transformarnos en movimiento pedagógico crítico para tales propósitos son más convincentes que las alharacas del proyecto neoliberal de hoy que solo forma sujetos calculadores y egoístas.

Pero su lucha educativa no fue únicamente en el aula. Sus discípulos se multiplicaron a través del periodismo enseñando a la sociedad entera. Sin más título que el de Maestro de Primarias compartió con escritores como Enrique Ramírez y Ramírez en el periódico diario El Día, José Pagés Llergo en la Revista semanal Siempre! y Manuel Marcué Pardiñas de la Revista Quincenal Política y hasta polemizando con periodistas de carrera como Jacobo Zabludovsky o desafiando a militares fascistas como un Gobernador de Chihuahua contra el que se alzó su voz en defensa de los mártires de Madera, cuando  murieron algunos Normalistas Rurales.
Ese era José Santos Valdés. El mismo que junto a  ciudadanos de Lerdo enfrentó al Gobernador de Durango Páez Urquidi, el mismo que lleno de humildad cristiana compartió con esfuerzos con nobles monjitas convenciéndolas de la verdad de Juárez. Esa es una espiritualidad humanista.
Ese fue el Maestro José Santos Valdés que con firmeza, pero sin sectarismo, trabajó siempre hasta el final de sus días por la unidad de las fuerzas patrióticas de México enseñándonos con su ejemplo cómo se vive la vida con dignidad.
A él seguiremos entregando nuestra devoción discipular mientras nos sea posible. Gracias a todos Ustedes por acompañarnos ahora.
Cd. Lerdo, Durango. 1º de noviembre de 2013
 

 
 
 

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