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jueves, 3 de enero de 2013

Los maestros mexicanos y la reforma educativa Luis Hernández Montalvo

      

Los maestros mexicanos enfrentan los desafíos de una nueva reforma educativa sexenal;  tal vez, la más agresiva  de los últimos treinta años.

No se trata de adecuar los recursos materiales de sus aulas para arribar a una nueva y renovada visión pedagógica del trabajo docente. Estos elementos están ausentes en la reforma al artículo 3º constitucional; de lo que se trata, es de aplicar la reciente reforma laboral a los trabajadores de la educación con todas sus consecuencias; laborales, contractuales e incluso culturales.

En primer lugar; se busca terminar con la basificacion  de las plazas, abandonar el actual esquema de la contratación por tiempo indefinido; lo que ahora permite la estabilidad en el trabajo; por un nuevo procedimiento en donde el trabajo docente será un trabajo eventual; sujeto, en primer lugar a un contrato temporal y a presiones de control como sería el “Examen Universal” entre  otros procedimientos de evaluación.

Los nuevos educadores de recambio sexenal instalados en la silla que ocupó José Vasconcelos en 1921 no pueden ocultar su desprecio por los maestros mexicanos y por la posibilidad de que en un futuro inmediato, puedan estar organizados en un sindicato. Con la cancelación de la plaza de base, ¿Para qué pensar en la vigencia de un sindicato que ya no representará los derechos profesionales de los trabajadores?

Un sindicalismo corrompido; inercialmente corporativo en nuestros días, que no se supo adecuar a la República democrática que los mexicanos hemos ido construyendo en la búsqueda del respeto al voto de los ciudadanos y en la alternancia del poder. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), desde su nacimiento, ha servido al gobierno y fue utilizado como instrumento electoral del Partido Revolucionario Institucional. Hoy, perdió su utilidad para los objetivos que le dieron origen. El gobierno lo construyó y es ahora el que lo destruye.

Los actuales líderes del SNTE están atrapados en sus propias redes burocráticas, aislados de la sociedad y de la comunidad educativa nacional; son el pretexto para implantar la reforma, el SNTE  es el ejemplo de lo que se pretende extirpar del cuerpo social sano; pero lo más triste es que tampoco puede representar a los trabajadores, ni siquiera en los actos formales y públicos. Elba Esther Gordillo, su presidenta, tiene las manos amarradas y su capacidad de convocatoria es nula, o casi nula y ella y sus más leales lo saben.

Dicen los comentaristas de las televisoras en esta espiral de estupidez que se levanta en contra de los educadores mexicanos, que la reforma debe aplicarse ya, a todos, tanto a los profesores que ingresarán con la nueva reforma, como también a los que ya están en servicio ¿Y si reprueban los exámenes? ¡Hay miles de profesionistas desempleados que pueden ocupar su lugar!

 Los enemigos de la educación pública presionan al gobierno y se convierten en un instrumento útil para nuclear y acuerpar a organismos que claman por la destrucción de las Escuelas Normales Rurales; reviviendo viejos prejuicios, sin tomar en cuenta lo específico de su formación para atender a un país con grandes desigualdades sociales. Yo  pregunto ¿Cuántos de los que se erigen en contra del trabajo de los docentes mexicanos; aceptarían  que sus hijos siguieran la carrera docente? ¿Cómo entonces, han podido confiar la educación de sus hijos a estos hombres y mujeres tan devaluados social y profesionalmente? ¿Quiénes han promovido las reformas y adiciones al Artículo 3º Constitucional sobre todo en lo que se ha dado en llamar el Servicio Profesional Docente? Los enemigos históricos de la escuela pública y sus maestros.

El ambiente que se respira entre el magisterio es de incertidumbre; pues advierten que no se busca democratizar al Sindicato y moralizar a sus líderes; sino transformar las estructuras de la educación construidas desde principios del siglo pasado y la concepción de que la educación es un derecho; para transformarla en una mercancía; así como la sindicalización y el derecho de huelga lo son para los trabajadores.

Esta sociedad de principios de siglo XXI es injusta con sus maestros; se olvidan que su trabajo fue vital para construir la nación moderna que ahora disfrutan los mexicanos. Políticos de todos los signos y colores fueron educados por profesores; empresarios y comerciantes acrecentaron sus fortunas y prestigio sobre la pobreza y el trabajo de los maestros en la formación de los cuadros para la industrialización de México.

Cuando el país no tenía los ingenieros para administrar nuestras redes ferroviarias; para acrecentar nuestro control en la naciente industria eléctrica  o para explotar nuestro petróleo del subsuelo; se crearon instituciones como el Instituto Politécnico Nacional (IPN) y cuando este país tenía el 90 por ciento de analfabetas, los gobiernos crearon a las Escuelas Normales Rurales y los maestros construyeron nuestra nación, antes que apareciera la radio y la televisión.

Los maestros de México trasformaron nuestra sociedad precaria de principios del siglo XX, en una sociedad moderna, alfabetizada y escolarizada que hizo posible la industrialización y la construcción de otras instituciones, como las de salud, la Reforma Agraria y el propio sindicalismo de industria fue parte de la gran hazaña de los maestros y durante un siglo, esperó pacientemente que le cumplieran las promesas que se repetían cada año en el día dedicado a su trabajo.

Que diría hoy el maestro Ignacio Manuel Altamirano que llegó a proponer un reconocimiento especial al trabajo de los maestros de la educación pública “….es preciso levantarlo al rango de las profesiones  más ilustres, y eso se hace de dos maneras: exigiendo en el maestro una suma de conocimientos digna de su misión, y dando atractivo a esta con el estímulo de grandes recompensas y honores”

Estas palabras son del maestro Altamirano, escritas en el siglo XIX, en “El maestro de escuela”, el 20 de febrero de 1871. Ahora bien, si nuestra clase política las considera anacrónicas, pregúntenle a los japoneses y a los funcionarios de Finlandia como ha sido posible construir sistemas educativos tan competitivos como para ocupar los primeros lugares de los resultados del examen PISA, un botón de muestra.

Que miserable resulta la naturaleza humana cuando se ataca con tal virulencia al magisterio, a los maestros que durante setenta años fueron sujetados a camarillas sindicales corruptas para su control en beneficio de los gobiernos; que miserables resultan los legisladores del Congreso de la Unión cuando aprueban leyes por consigna de las grandes corporaciones económicas.

Aquí están los maestros indefensos y a merced del escarnio público, exhibiendo su empobrecimiento cultural y pedagógico cuando la retórica sexenal le prometía mejoras en la educación y en el reconocimiento social por su trabajo ¿Quién recuerda a dónde fue a parar el llamado Plan de Once Años? ¿Dónde están los funcionarios y gobernantes que por décadas reprodujeron en su retórica discursiva la llamada “rectoría del Estado en educación”?

¿Dónde quedó el poderoso Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación con su millón y medio de afiliados? ¿El más poderoso de América Latina y del mundo, después de los sindicatos de la ex Unión Soviética? ¿Dónde están los científicos sociales estudiosos de nuestras instituciones y de nuestra realidad educativa? ¿En dónde los cuerpos académicos de nuestras universidades públicas? ¿Dónde quedó el imaginario de los maestros y de la sociedad sobre la escuela pública mexicana? ¿A quién responsabilizamos del actual desmantelamiento de la educación pública y de los retrocesos culturales previsibles por las reformas al Artículo Tercero Constitucional?

¿Qué dirán nuestros magistrados ante el atropello de los derechos de los educadores mexicanos, pero sobre todo, del uso faccioso de la ley?

Los  líderes del SNTE, no puede mostrar mayor parálisis para convocar a los trabajadores a una “resistencia pacífica”. No hay iniciativas, los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación; tampoco pueden convocar a la nación, junto con los líderes del SNTE, también arrastran desprestigio social. ¿Quién entonces tiene la autoridad moral para hacerlo? ¿Los partidos? No veo en nuestro horizonte social a fuerza política capaz de convocar a la resistencia y mucho menos a debatir, desde nuestra materia de trabajo, los asuntos pedagógicos, que son tema y responsabilidad de  los educadores.

A lo lejos; una voz fresca se levanta con fuerza, es la voz del profesor Claudio José San Juan, Secretario General del Sindicato Autónomo de Trabajadores de la Educación de Veracruz, que convoca a los sindicatos de América al Seminario Internacional que tendrá lugar los días 25 y 26 de febrero en la ciudad de Villahermosa, Tabasco, a cuyo encuentro, asistirán sindicatos de educadores de Europa. La iniciativa está en el aire, yo espero que los distintos grupos, corrientes y expresiones sindicales sean lo suficientemente sensibles para apoyar esta iniciativa, despojándose de su retórica sectaria para ir al reencuentro de un nuevo sindicalismo. Los problemas son globales, requieren ser enfrentados de manera global. (3-01-2013)

                                                   hernandez_luis21@yahoo.com.mx


 

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