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martes, 12 de febrero de 2013

El epitafio de la guerra Álvaro Venegas Sánchez



Por el SNTE, maestra Elba, evite sorna y pena. Así ofrezca su amistad personal y la de todo el magisterio al Presidente de la República, no es lo mismo 1989 que 23 años después. Es falso que en “la reforma educativa” que supedita la permanencia de maestros y directivos al resultado de las evaluaciones, nada tenga que ver Enrique Peña Nieto. La iniciativa provino del Poder Ejecutivo, los legisladores de las dos cámaras del Congreso la analizaron, debatieron y aprobaron; y por mayoría,  en 23 congresos locales simplemente validaron la minuta con las modificaciones.     
Recuerde: en tiempos de Salinas de Gortari, la transferencia administrativa de la Educación Básica a los estados tuvo de condición preservar la estructura nacional del SNTE y contener las pretensiones de  contraloría social en la Ley General de Educación. Ernesto Zedillo, quien llegó a la Presidencia con la fortaleza de conocer la SEP y haber tratado a la dirigencia del Sindicato, nunca dudó en tener buen entendimiento para consolidar el proyecto de descentralización de la educación. En el 2000, las expectativas que despertó el primer gobierno panista, favorecieron al SNTE y prodigaron a usted deferencias. Vicente Fox la vio como factor  indispensable para la gobernabilidad del sector educativo. Con Calderón, a pesar de  concesiones y acuerdos como la ACE, desencuentros entre dirigencia sindical y SEP, determinaron un escenario adverso. Al final del sexenio probablemente debido a cálculos políticos, apostó a la alianza electoral con el PRI que inesperadamente fracasó. De cualquier manera, en todo estos años la atención y buen trato presidencial a la interlocutora del SNTE, no fue despreciable.
Con el gobierno entrante el esquema se rompió. La costumbre –dice una canción- es más fuerte que el amor; consistía en que fuese recibida previamente por el presidente electo y luego presentarle la propuesta educativa emanada del Congreso Nacional de Educación para establecer acuerdos y compromisos. No fue así y es imperativo entender la nueva realidad. Esta vez, en lugar de atención previa y diálogo con el resto de representantes sindicales llevó al Congreso la iniciativa de reforma al Art. 3º  para –fue el argumento- recuperar la rectoría del Estado en educación. El hecho no admite confusión. Es señal que al SNTE le llegó la hora de vivir circunstancias distintas. El apoyo presidencial y respaldo de un partido político con mayoría parlamentaria en el congreso federal y los  estados,  parecen ser de un pasado que  acabó
 Y éste, es un reto que requiere de la reflexión colectiva y una profunda revisión autocrítica de la política sindical. Las nuevas circunstancias no podrán enfrentarse con retórica, desfiguros, políticas excluyentes y mucho menos con antidemocracia y las consabidas prácticas de corrupción. Tampoco deben depender de un o una líder por astuto, visionario y todopoderoso que sea. El liderazgo del SNTE tendrá que darlo la propia fuerza que genere la sinergia de todos los trabajadores de la educación en función de sus intereses y derechos genuinos, la identidad que tienen con la escuela pública y el compromiso educativo con el pueblo de México. Vale decirlo, tales intereses no son precisamente de política partidaria.     
Maestra Elba, sintiéndose dueña de la situación, presume disposición de retirase sólo si el magisterio lo pide. No espere eso; no va ocurrir. Más allá de la CNTE, buena parte lo desea pero guarda silencio. Sin embargo, no se engañe. Sabe muy bien cómo suceden los congresos y los consejos nacionales de la organización sindical. Por decir lo menos el reciente Congreso, en Quintana Roo, todo mundo sabe que fue un paseo con todo pagado, incluyendo una laptop; y  lo central del evento consistió en ungirla presidenta del Consejo General para continuar al frente. Por tanto, atrévase a tomar la decisión de retirarse. Lo ha dicho muy bien: hay suficiente visión y convicciones para que el SNTE  persista. Escuche a sus asesores ( debe tenerlos) y ponga  menos atención a los aduladores de oficio.
No hablo a toro pasado. En el 2000, al terminar  la comparecencia del Fox ante el CNAP, en reunión de balance dejó entrever el deseo de retornar a la representación formal; estaba en un extremo de la primera fila y estoy seguro me habrá observado: no aplaudí ni me puse de pie para festejar el anuncio. No me pareció buena idea. Posteriormente en la Biblioteca Nacional Centro Cultural del Magisterio, presidiendo una reunión con Tomás Vázquez Vigil, tocó el punto de la reelección en el SNTE. Recordará que expuse con claridad y firmeza, mi inquietud y desacuerdo por abrir el tema.  Hice y dije entonces lo que tenía que hacer y decir, cuando y donde fue necesario. De frente y siempre con respeto.
Maestra Elba, usted echó a perder el proyecto sindical en el que varios de la CNTE creímos. Lo erosionó al concebir el PANAL desde las entrañas del PRI y  haberse preocupado sólo por su propio liderazgo, cooptando lealtades en función de su persona. No por otro motivo, después de la imposición que hace en cada congreso seccional recibe, cual trofeo para colección, a los secretarios generales electos.  Una de las  consecuencias es la deserción de miles de maestros que han optado por formar sindicatos independientes del SNTE. Ahora, olvidando que hablar bien de sí mismo es vituperio, ha escogido su epitafio. Sin duda la instrucción será cumplida; pero antes para  bien del SNTE, tome la gran decisión de su vida. En el sindicato efectivamente hay talento y podrá transitar sin su compañía. Usted, después de ser y lograr lo que ha querido, ya no lo necesita. Nota: la maestra da la impresión de leer y escucharse solamente  así misma. Merced a ello, no hay inconveniente si alguien, pone en sus manos esta publicación.     
Iguala, Gro., 11 de febrero del 2013.

 

 

         

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