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sábado, 26 de marzo de 2011

IRMA O LA COMPASION DE LOS MAESTROS.

Irma o la compasión de los maestros.
Luis Hernández Montalvo.
¡Presentación inmediata del profesor Carlos Rene Román Salazar!
Irma es nuestra vieja maestra de danza en el Benemérito Instituto Normal del Estado –BINE; durante 50 años se consagró a la enseñanza de la danza con los jóvenes estudiantes normalistas poblanos. Dos fueron sus pasiones y su preocupación: la danza y el cuidado de sus padres hasta el día de su liberación de este mundo.
Las sombras de la noche se interponen en su memoria, ella dice que ya cumplió 75 años, pero la hermana la corrige y le dice que ha cumplido 76. Por la madrugada se espanta su sueño y en la soledad de su casa, ve pasar las horas, las interminables horas que cuenta desde las 2:00 hasta que amanece.
Antes de que salga el sol, se levanta y se asea para prepararse y cumplir con la rutina de las quinientas horas semanales como dice el poeta. Ella se jubiló hace más de tres años, pero solo la enfermedad ha impedido cumplir con sus responsabilidades.
Ella no entiende razones ni procedimientos burocráticos, ella tampoco está obligada a presentarse en la escuela. Desde que se levanta, dirige su atención y sus pasos a la normal, de manera inercial, como lo hizo los últimos 50 años.
Los directivos de la normal no le hacen caso, se sienten incómodos con su presencia y ella considera que es injusto que no le asignen grupos para trabajar con los jóvenes, de hecho, la danza ha sido eliminada del Plan de Estudios de los futuros Licenciados en Educación –de ninguna forma profesores, aunque su trabajo posterior, valla a ser el de profesores-
Y mientras nos burlamos de su condición, mientras hacemos ademanes de que está loca, ella nos recibe con sonrisas y abrazos. En su extravío, confunde a los jóvenes como sus alumnos o ex alumnos. –ahí viene la loquita.
Ella cree ver a sus antiguos discípulos, los ve en tiempo real, pero su visión es borrosa y confusa y su rostro se entristece, tal vez percibe que sus antiguos discípulos ni siquiera la recuerdan y mucho menos la visitan. Ella vive sola.
A la muerte de sus padres ella se quedó sola, totalmente sola, sus hermanos se casaron y se fueron con su familia, ella se quedó sola porque nunca se casó, porque al consagrarse a su trabajo con los jóvenes, se olvidó del amor y renunció a su maternidad para entregarse a sus alumnos a los que adoptó como hijos propios, ahora ellos están lejos y no se acuerdan de su vieja maestra.
Irma está vieja y sola, olvidada y sin alguien que le haga compañía, que le haga plática para que no se olvide de las palabras, -cuando quiero hablar no puedo, se me olvidan las palabras- cuando sale a la calle, es una niña correteando al microbús, en medio de gritos y saltos –esta loquita, dicen sus compañeros. Al momento de escribir esta nota llegó a mi recuerdo la poesía “Autorretrato” de Nicanor Parra:
Por el exceso de trabajo, a veces
Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales,
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.
Irma sobrevive de la esporádica asistencia de sus hermanos, -no sé que hace con su pensión- ella se olvida de hacer de comer, las horas pasan y en su soledad se espanta él hambre. Leonardo Bof, en su colaboración semanal, escribe sobre la compasión y he querido citarlo para tratar de provocar en nosotros una actitud un poco humana frente a nuestra compañera:
“Quedarnos cínicamente indiferentes demuestra una suprema inhumanidad que nos transforma en enemigos de nuestra propia humanidad. Delante de la desgracia del otro no hay modo de no ser los samaritanos compasivos de la parábola bíblica”
Yo entiendo que todos vamos a envejecer, que vamos a ser visitados por las enfermedades y el sufrimiento, pero también creo que algo se puede hacer. Pongo de ejemplo a los trabajadores de la Asociación Nacional de Actores- ANDA, en donde los viejos actores cuentan con una casa de retiro a donde pasan sus últimos días en compañía de otros actores y con asistencia médica.
¿Se imaginan que nuestra Presidenta Nacional del SNTE, la señora Elba Esther Gordillo se preocupara y promoviera con los gobernadores de las entidades federativas una casa de asistencia y cuidado de los viejos profesores que hoy viven solos y en la más absoluta orfandad?
Tal vez soy un iluso, cuando veo que los políticos del sindicato desfalcan el patrimonio del fideicomiso y defraudan a los trabajadores con los créditos de vivienda o cuando vemos en la prensa como funcionarios y sindicatos se roban el dinero del Instituto y trafican con los servicios médicos del ISSSTEP.
¿Qué es la compasión? El teólogo brasileño la define de la siguiente manera: “La compasión implica asumir la pasión del otro. Es trasladarse al lugar del otro para estar a su lado, para sufrir con él, para llorar con él, para sentir con él el corazón destrozado. Tal vez no tengamos nada que darle y las palabras se nos mueran en la garganta, pero lo importante es estar a su lado y no permitir que sufra solo”. Boff, Leonardo, compasión: la más humana de las virtudes, Koinonia, 25-03-11.
CARLOS RENE ROMAN SALAZAR.
Del estado de Oaxaca nos llegan noticias preocupantes. El conflicto de los profesores de la Sección 22 del SNTE con el gobierno del estado, deja como saldo la desaparición del profesor Carlos René Román Salazar. Me sumo a la demanda por su inmediata presentación y por el respeto a su vida, a su familia, compañeros y amigos envío mi solidaridad.
http://dialogoentreprofesores.blogspot.com/

1 comentario:

luis hernández montalvo dijo...

LEONARDO BOFF, en su colaboración de esta semana nos dice sobre la solidaridad lo siguiente:La segunda actitud, afín a la compasión, es la solidaridad. Obedece a la misma lógica de la compasión. Vamos al encuentro del otro para salvarle la vida, llevarle agua, alimentos, abrigo y especialmente calor humano. Sabemos por la antropogénesis que nos hicimos humanos cuando superamos la fase de la búsqueda individual de los medios de subsistencia y empezamos a buscarlos colectivamente y a distribuirlos cooperativamente entre todos. Lo que nos humanizó ayer, también nos humaniza hoy. Por eso es tan conmovedor ver como tanta gente de todas partes se moviliza para ayudar a las víctimas y a través de la solidaridad darles lo que necesitan y sobre todo la esperanza de que, a pesar de la desgracia, sigue valiendo la pena vivir.